Javier Barbado / Imagen: Adrián Conde. Madrid
Las “pruebas cerca del paciente” o tecnología ‘point of care’ permite a los profesionales del hospital racionar el empleo quirúrgico de hemoderivados y así optimizar su uso, aspecto que por lo general se descuida en los laboratorios clínicos, según se deduce de la intervención del director de Laboratorios Clínicos del Virgen del Rocío de Sevilla, Juan Miguel Herrero, en el II Foro Roche “In Vitro Diagnostic”, celebrado en el Ifema de Madrid.
La anatomopatóloga Laia Bernet y Juan Miguel Herrero, este lunes en el Ifema de Madrid.
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El uso de estos compuestos en la cirugía sangrantes de alto riesgo suele ser empírico, es decir, no se planifica la cantidad de bolsas o unidades que necesita cada paciente. Por esa razón, en hospitales como el citado, se desarrollan programas basados en el ‘point of care’ que han demostrado su costo-efectividad a medio plazo.
Joaquín Martínez, gerente de la Clínica La Luz, moderó la mesa redonda, en la que también intervinieron José Ignacio Monreal, director del Laboratorio de Bioquímica de la Clínica Universitaria de Navarra (centro), y Manuel Ángel Rodríguez, director de UGC Biotecnología del Hospital de Torrecárdenas (Almería).
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De acuerdo con Herrero, en el centro para el que trabaja se comenzó a implementar, hace tres años, un protocolo de este tipo en colaboración con la compañía farmacéutica Roche y que recibió el nombre de “Move1Lab”. “Se trata de una solución flexible adaptada a las necesidades del área quirúrgica del centro, y que permite llevar a cabo diversas pruebas e intervenciones como gasometrías, índices de coagulación, hemogramas… Además, se incorporó al sistema la tromboelastometría, técnica que permite medir la dinámica fibrinolisis-formación del coágulo”.
Pues bien: este programa, que se concentró en el trasplante hepático y en la cirugía cardiaca reglada, logró que el número de receptores de sangre bajase del 90 al 60-70 por ciento y el de receptores de plasma del 70 al 10 por ciento en el intervalo de tres años (2009, 2010 y 2011). Como contrapartida, aumentó la cantidad de fibrinógeno de que se debieron valer los cirujanos. Pero el “Move1Lab” también logró hacer disminuir el consumo de plaquetas el 25 por ciento, y que aumentase el número de trasplantes sin reposición de hemoderivados en la operación (en concreto, el 20 por ciento entre 2010 y 2011). Asimismo, el coste por unidad o bolsa de sangre o plasma pasó de ser de 1.400 euros en 2009 a 800 euros en 2011, siempre según los datos expuestos por Herrero.
En el mismo foro, la jefa del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Lluís Alcanyís de Xátiva (Valencia), Laia Bernet, dio a conocer los resultados de un estudio interno por el que se demuestra la indicación del test del virus del papiloma humano en la relación coste-beneficio para la prevención y tratamiento en el centro del carcinoma de cuello uterino. En enero de 2011, en el citado servicio se introdujo un sistema predictivo denominado “Cobas 4800” que sirve para detectar este virus en una muestra de la paciente, y se comprobó que, a cambio de gastar un poco más en el corto plazo, la efectividad de la prueba con el tiempo lo hace rentable tanto desde el punto de vista clínico como de gestión.
Intervención de Javier Fernández-Lasquetty
En la mitad del encuentro, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty, intervino para reconocer la trascendencia del diagnóstico clínico de laboratorio en los servicios de salud, así como para recordar la apuesta de esta autonomía por la investigación y la innovación en este campo (véase el vídeo con la entrevista concedida a Publicación de Directivos de la Salud).
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